El error de un jefe dirigiendo un Team Building

Descubre por qué una mirada externa no solo es útil, sino esencial para evitar que tu equipo se estanque.

🔎 Imagina esto: estás en una sala de conferencias, rodeado de tus compañeros de trabajo. Tu jefe está al frente, intentando liderar una actividad de team building. Todos sonríen, pero hay una tensión palpable. Nadie quiere decir lo que realmente piensa.

¿Suena familiar?

Esto es lo que sucede cuando un team building es liderado por un jefe interno.

Los equipos son el reflejo de sus hábitos colectivos

Cada equipo es el resultado de cientos de pequeños hábitos colectivos. Cómo se comunican, cómo gestionan la presión, cómo deciden y cómo enfrentan los desacuerdos son patrones que se repiten día tras día, hasta que se convierten en parte invisible de su cultura.

Cuando estos hábitos no se revisan, el equipo se acostumbra a ellos. Esas dinámicas dejan de ser cuestionadas y se vuelven “la forma en que trabajamos aquí”. Por eso, cuando un equipo pierde cohesión o comienza a enfrentar tensiones internas, muchas organizaciones recurren al team building como una vía para mejorar las relaciones y fortalecer la colaboración.

Sin embargo, hay un error frecuente que pasa desapercibido: creer que el mismo jefe del área «Por conocer bien al equipo» es la persona indicada para liderar esa instancia. Esa decisión, aunque parece natural, suele tener el efecto contrario al esperado.

Jefe liderando un team building 2

Por qué un jefe no debería liderar un team building ❌

Observar al equipo y ayudarlo a reflexionar sobre sus dinámicas es una tarea que requiere imparcialidad. Cuando el propio jefe dirige la actividad, esa imparcialidad es imposible. No es un juicio a la capacidad del líder, es una limitación natural de su rol.

El jefe ya tiene una historia previa con cada integrante. Sabe quién suele aportar ideas, quién genera tensiones, quién es más reservado o quién tiene una voz predominante. Esa información previa —aunque sea valiosa— afecta inevitablemente su capacidad de observar sin filtro.

Además, el equipo no se comporta igual cuando el jefe está al frente. Hay silencios estratégicos, acuerdos tácitos y temas que no se tocan porque el facilitador es, al mismo tiempo, la persona que toma decisiones sobre evaluaciones, ascensos y roles futuros. Por más confianza que exista, esa dualidad pesa.

Un buen team building requiere que el equipo pueda mostrarse tal cual es, con sus luces y sombras. Esa transparencia es muy difícil de lograr cuando el jefe lidera la instancia.

El poder de una mirada externa

En los equipos, igual que en las personas,  el entorno moldea el comportamiento. Cambiar el entorno en el que ocurre un team building es clave para que las conversaciones sean distintas a las habituales.

Cuando un facilitador externo lidera la sesión, no solo aporta dinámicas nuevas o metodologías innovadoras. Su presencia, por sí misma, cambia el contexto. Deja de ser una reunión “interna” y se convierte en un espacio donde todos, incluido el jefe, son observados por igual. Se rompen jerarquías implícitas y se abre un espacio más seguro para el diálogo honesto.

Esa mirada externa, además, tiene otra ventaja: compara al equipo con patrones de alto desempeño, con referencias de otros equipos en industrias similares y con modelos de colaboración probados. El jefe puede ser un gran líder, pero no tiene esa perspectiva externa acumulada. El facilitador sí.

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Un buen diagnóstico es el verdadero objetivo

El valor real de un team building no está en las actividades en sí mismas. Está en lo que el equipo es capaz de descubrir sobre sus propios hábitos al participar en ellas. La calidad de ese descubrimiento depende de la calidad de las preguntas que se hacen durante la experiencia. Y esas preguntas son mucho más potentes cuando vienen de alguien que no pertenece al sistema que está observando.

Un facilitador externo puede incomodar sanamente, hacer visibles las tensiones ocultas y poner sobre la mesa esas conversaciones pendientes que el equipo necesita tener. No tiene miedo a las consecuencias políticas de hacer preguntas incómodas, porque su rol es ayudar al equipo a verse, no proteger su lugar dentro de él.

Mejoras acumulativas, no eventos aislados

James Clear suele decir que el éxito es el resultado de pequeñas mejoras acumulativas. Lo mismo ocurre con los equipos. Un team building bien diseñado no es un evento aislado. Es el primer paso de un proceso donde el equipo aprende a observarse, ajustar sus dinámicas y construir mejores hábitos colaborativos.

Ese proceso requiere herramientas, pero sobre todo requiere un reflejo honesto de la realidad actual del equipo. Y ese reflejo nunca será completo si el espejo está en manos del propio jefe.

Team building Componente Humano Chile

Reflexión final

La próxima vez que planifiques un team building, pregúntate:


¿Queremos entretenernos o queremos entendernos?

Si es lo segundo, recuerda que ningún equipo puede observarse de manera completamente objetiva desde adentro. A veces, el primer paso hacia la mejora es permitir que alguien externo les muestre lo que dejaron de ver.

¿Tu equipo está listo para esa conversación honesta?